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El primer viaje de ácido: la historia detrás del LSD


Existen diferentes compuestos psicoactivos con los cuales se suele hacer microdosis, dentro de los más comunes se encuentra la psilocibina de hongos alucinógenos, la mescalina del cactus de peyote y el ácido lisérgico (dietilamida de ácido lisérgico), mejor conocido como LSD.  


Nuestras microdosis están hechas a base de hongos Psilocibe, sin embargo, el LSD también suele ser común y probablemente fue con el que se empezó el uso de microdosis como lo conocemos ahora.  Por lo que en este artículo te queremos platicar un poco más de la fascinante historia de este compuesto y sus aplicaciones terapéuticas. 

Un divertido accidente

El ácido lisérgico o LSD fue sintetizado por el químico suizo Albert Hofmann en 1938 mientras investigaba un compuesto derivado del hongo ergos que se encuentra comúnmente en distintos granos como el trigo. Hofmann trabajaba en la farmacéutica suiza Sandoz y su objetivo era sintetizar un compuesto para tratar hemorragias en el postparto y problemas de circulación, pero como te puedes imaginar, terminó con algo completamente distinto.  

Durante unos años, se hicieron pruebas con este nuevo compuesto, pero ninguna mostró los resultados que él estaba buscando. Fue hasta 10 años más tarde, mientras sintetizaba nuevamente esta molécula, que la sustancia entró en contacto con su piel y minutos más tarde se sintió “raro” y observó pequeños cambios en la percepción de su entorno, pero sin mucha intensidad. Ese fue el primer viaje en esta sustancia y el único que ha habido completamente accidental desde entonces. 

Tres días después, como buen científico, decidió probar nuevamente este compuesto consumiendo una cantidad de 250 microgramos, para lo que hoy es considerado una dosis muy grande. Fue entonces que el 19 de abril de 1948 se llevó a cabo el primer viaje ácido y cambiaría la historia de las sustancias psicoactivas para siempre. 

Durante su experimento, Hofmann notó muchos fractales en su visión y cosas inesperadas, mientras regresaba a casa en su bicicleta conoció los alcances de esta nueva sustancia, por lo que a esta fecha se le conoce ahora como “Bicycle Day”.   

Al día siguiente, Hofmann se sentía muy tranquilo y con mucha claridad de las cosas, por lo que continúo con su estudio y a los pocos años, la farmacéutica Sandoz comenzó a comercializar esta nueva sustancia nombrada LSD-25 bajo el nombre de “Delisid”, inicialmente suministrando a diversos institutos de psiquiatría.

 

De lo legal a lo ilegal 

Por casi dos décadas, los efectos y beneficios del LSD fueron ampliamente estudiados en la comunidad científica, existía un gran potencial para el tratamiento de depresión, ansiedad, esquizofrenia y adicciones. Sin embargo, la curiosidad por sus efectos psicoactivos atrajo al público en general e inevitablemente esta sustancia terminó en el consumo recreativo y sin supervisión. 

En muchos aspectos el LSD fue un catalizador de la contracultura, del movimiento hippie; y al cual es mayormente asociada esta sustancia hoy en día.  Este movimiento creó un cambio en la conciencia colectiva y provocó un descontento social hacia el gobierno de Estados Unidos en el contexto de la guerra con Vietnam. 

Después de algunos años de protestas e inconformidades, junto con un consumo sin regulación del LSD,  el gobierno de EUA decidió prohibir esta sustancia en 1968 y se encargó de demonizarla con campañas de desinformación, generando así el estigma asociado al LSD que perduró en la sociedad por las próximas décadas. 

Esto provocó que el estudio y exploración de esta herramienta psiquiátrica se detuviera, así como el de otras sustancias psicodélicas como la psilocibina y la mescalina, y a partir de entonces fue consumida únicamente en contextos recreativos y de forma ilegal. 

 

La tercera ola 

En los últimos años ha resurgido el interés científico por las sustancias psicodélicas y sus posibles aplicaciones. Cada día más investigadores y universidades en todo el mundo muestran interés por el estudio riguroso de los psicodélicos como el LSD y la psilocibina para entender la mente y para tratar distintos trastornos psicológicos. Han retomado las investigaciones de las décadas pasadas y se han encargado de desmitificar los tabúes creados alrededor de ella; han demostrado que no son sustancias adictivas ni presentan ningún tipo de riesgo para salud. 

Se ha encontrado que es una herramienta efectiva, bajo el contexto y la guía adecuada, para tratar eficientemente adicciones, depresión, estrés postraumático y otros trastornos mentales. También se han observado grandes beneficios en el protocolo de microdosis con LSD y psilocibina. En Silicon Valley cada vez es más común el uso de la microdosis para aumentar la creatividad y productividad.

Lamentablemente, dado el estatus legal actual de esta sustancia, aún se presenta el reto de encontrar la sustancia pura.

A pesar de que los efectos de la psilocibina y el LSD son muy parecidos, estos pueden variar de persona en persona, dependiendo la personalidad, “set & setting”, intención y dosificación.  

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Referencias: